Si vives en España y eres lector de narrativa tal vez estés saturado ya de novelas de temática histórica y guerracivilista; en ese caso sigue leyendo este artículo, si no... también, porque estamos a punto de hablar de una novela que marcará una época. Una novela que sin duda aparecerá en los manuales -seguramente en formato digital- que estudiarán tus hijos.
¿Por qué los jóvenes no leen?
Por supuesto que lo hacen pero de otra manera, a través de otros medios y de nuevos formatos que responden a gustos, motivaciones e intereses diferentes, y en ocasiones pioneros. Y si lo que queremos es que lean Literatura tal vez sigamos olvidándonos de hablarles en su propio idioma.
Aún en el caso de que sepan quién fue, tampoco resulta
demasiado descabellado suponer que no les interese lo más mínimo leer
acerca de las ingeniosas hazañas del hidalgo don Francisco Franco y
demás bandidos por el estilo, no obstante, el caso es que la oferta
literaria patria sufre desde hace años una pandemia de revisionismo
histórico que, de indudablemente necesario, ha pasado a convertirse en
repetitivo hasta el punto de la extenuación. El título de Isaac Rosa ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil!
(2007), tal vez ejemplifique perfectamente el estado de la cuestión. No
obstante, es precisamente la monotonía gris del contexto la que
facilita que la novedad resulte más brillante.
Tengo una pistola: una novela generacional
Una novela generacional en los dos planos de la palabra.Una novela, por un lado, que define perfectamente -por medio del clásico recurso literario de llevar todas las características a su último extremo- a un sector de población determinado y -no lo olvidemos- en continúa expansión en progresión geométrica: la generación de Internet, la generación digital, la próxima generación, la "generación Cascaradenuez"... el futuro.
Una novela, por otro lado, que sitúa a su autor, Enrique Rubio, al frente de lo que necesariamente se impone como nueva generación literaria que se atreva a enfrentar la revolución digital desde dentro, dando cabida en la narrativa española a temáticas más ligadas con la realidad inmediata (ciencia, tecnología, redes sociales...) y abriendo así el espacio narrativo a la necesaria reflexión sobre las virtudes y defectos de la sociedad virtual.
Lorenzo Silva que apadrinó con un significativo prólogo el lanzamiento de Tengo una pistola (Booket, 2009), la define como "novela 2.0" y, extendiendo la etiqueta, confiamos en que en no mucho tiempo podamos estar hablando ya de la Generación literaria 2.0.
La historia de un hikikomori occidental
Cascaradenuez -sólo conocemos al protagonista por su metafórico nick de Internet- tiene veinticinco años y lleva diez encerrado en su hogar por decisión propia. El mundo que sus padres y los padres de sus padres han creado para él no le atrae en absoluto. Es más, le da miedo, con todos esos gritos y la locura merodeando por todas partes... Como cada vez más gente en las sociedades hipertecnológicas, Cascaradenuez se declara fóbico social y prefiere el seguro aislamiento que le proporciona el interior de su "Casa" donde tiene una conexión ADSL que le proporciona todo lo que necesita, música, películas y cantidades inabarcables de sexo capaces de aturdir un millón de vidas que le facilitan, además, la forma perfecta de ganarse la vida trabajando como webmaster de páginas porno.Nada de lo que hay fuera le interesa y su único contacto personal es el psicólogo que le visita regularmente y al que recibe con un casco de motorista en la cabeza. A través de Internet se puede comprar cualquier cosa; el cartero y los repartidores dejan a su puerta todo lo que Cascaradenuez necesita... Incluso una pistola.
Ahora podrá decidir cuándo termina el juego. Si las cosas se ponen feas sólo tendrá que apretar el gatillo para que aparezca el letrero de Game Over y, si dispones del poder de tomar la última decisión, el resto de las cosas comienzan a dar menos miedo.
Ahora, con el casco y la pistola quizás Cascaradenuez se atreva a salir de "Casa"...
Enrique Rubio: ¿el próximo autor de culto?
Enrique Rubio (Murcia, 1978), representa el modelo de nuevo escritor. El escritor que no le tiene miedo a la revolución del libro digital y la piratería electrónica porque conoce cómo funciona el ciberespacio. El escritor que ha intuido que, de ahora en adelante, la palabra FIN ya no significará el final del libro ni del trabajo del autor y por eso podréis encontrar al propio Cascaradenuez en las redes sociales porque los personajes que quieran "funcionar" en el siglo XXI han de saber y/o poder abandonar el papel para interactuar en el ciberespacio con sus lectores.Se nota y, él mismo lo reconoce, que Rubio ha leído a Bukowski, Kennedy Toole o Ray Loriga pero, quizás, sus mayores referentes sean Woody Allen (al que no obstante, se permite golpear en la cabeza con un bate de béisbol, cuando se lo encuentra en un Manhattan infestado de zombis en el videojuego "en modo operativo" en el que se han transformado sus horas de sueño), Chuck Palahniuk y la saga Matrix de la que constantemente juega a ser una contrarréplica paródica a la vez que un homenaje en forma de negativo fotográfico... el -a priori- enemigo abstracto se llama aquí Generatriz y es la representación suprema de todas las imperfecciones humanas frente a la limpia, cómoda y equilibrada tecnología.
No obstante, como en todas las grandes obras, los distintos niveles de lectura -psicológicos, sociológicos, filosóficos...- se solapan hasta deparar un soberbio y constante debate dialéctico del que cada lector deberá extraer sus propias conclusiones.
De modo que...
"¿Eres tú uno de los Elegidos Anti-Generatriz?"...
"¿Te apetece jugar?"...
(Reseña publicada originalmente en Suite 101 el 2/1/2011)
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